Qué tremendo llamado de atención de parte de Jesús a sus contemporáneos, sobre todo a aquellos que se dicen y se creen saber, vivir, y predicar.
Y a nosotros ¿Qué nos dice?
Podríamos decir que a nosotros nos está garantizando, con toda verdad, la vida eterna; vida que se consigue no con una amplitud de estómago o de bolsillo, sino con amplitud de corazón.
Y ¿Qué significa ser un rico epulón? Ser rico no es solamente tener un montón de bienes, mucho dinero, ropa fina, y propiedades por doquier. Eso es riqueza material, que se puede o no tener. Y que, en el caso que se tenga, dificulta aún más la vida porque genera en el ser humano una tendencia llamada apego. El apego es una inclinación posesiva sobre las cosas materiales, pero también sobre las personas, opiniones, razones y/o circunstancias Por lo tanto, los bienes materiales producen la gran riqueza del apego y el apego ocupa el corazón. el apego ocupa el lugar de Dios. el apego nos deja en una pobreza espiritual acentuada y difícil de reconocer. Y esto es lo que no nos deja crecer, no nos deja vivir el plan de Dios y esta es la riqueza a la cual debemos temer. La riqueza que reside en el corazón del ser humano, Jesús también dijo que allí donde esté nuestro tesoro estará también nuestro corazón. A veces nuestros apegos, nuestras riquezas, son pequeñas cosas pero son tan importantes, ocupan un lugar tan especial en nosotros, que se transforman en un gran tesoro. Tesoro que tapa la visión general de nuestra vida orientada a Dios. Y esto es ser rico epulón, poner las cosas como tesoro, ocupando nuestro corazón con pequeñeces y robándole y hasta negándole el espacio que le corresponde a Dios.
Y en cuanto a Lázaro, no es que Dios pretenda nuestra miseria, sino que nos deja ver en esta parábola hasta donde puede llegar nuestra riqueza mal orientada y cual es el premio que cada uno recibirá según su comportamiento.
Lázaro recibió la mejor parte y llegó a ser un llamado de atención, un llamado a la conversión para el rico, pero lamentablemente ya no era el tiempo, ya no había tiempo.
Por eso, es necesario volver la mirada a Dios y que Dios comience a ocupar el lugar que es suyo en nosotros. Hay que empezar a practicar el desprendimiento, pero ¡¡AHORA!!
Llegará el momento en el cual ya no podremos revertir las situaciones o nuestras decisiones, por lo cual, no dejemos para mañana lo que corresponde hacer hoy. De una vez para siempre que Dios sea Dios y que mi tesoro esté en Él, así mi corazón también estará en Él. Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario