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domingo, 15 de septiembre de 2013

MARÍA, MADRE DEL CRUCIFICADO

Junto a la Cruz de su Hijo la Madre sufriendo está... así nos dice una de las canciones Marianas que muchas veces hemos cantado. Pero no es simplemente una canción, es la realidad de la Madre de Dios, Madre del Crucificado, Madre de la entrega, Madre de la ofrenda, Madre de la Salvación que está en la cruz y su Nombre es Jesús.
Cada uno de nosotros conocemos el dolor, sabemos del sufrimiento, y lo palpamos cada momento con las situaciones que nos tocan, sin embargo, siempre escuchamos esta frase: No hay como el dolor de una madre al perder a su hijo.
Si nosotros mismos, en nuestra pequeñez, hemos llegado a formular esta frase, entonces podemos entender el dolor de María Santísima al ver a su Hijo en la cruz. Y verlo en la cruz, y participar de su muerte, y recibirlo muerto en sus brazos, y saber que todo eso que estaba pasando, todo eso que ella estaba viviendo, es voluntad de Dios.
¿Cómo habrá estado su corazón en ese momento? ¿Qué pasaría por su mente? Eso solo Dios y ella lo saben, pero tengo la certeza movida por el amor de madre que su frase tanto en la mente como en el corazón fue la misma que dijo desde el principio, desde el anuncio del ángel, donde ella unió su voluntad a la voluntad de Dios: HÁGASE! Aquí está tu servidora Señor...
Mirando a la Madre podemos entender que la Palabra de Dios es tan verdadera y real que nadie puede dudar de lo que Dios dice y de lo que Dios hace, y en ella podemos descubrir que jamás vamos a tener que pasar por pruebas que superen nuestras fuerzas.
Y no es que María, por ser ella, no tenia sentimientos o era totalmente inconmovible, sino que ella es nuestro perfecto modelo de que la voluntad de Dios nunca nos va a dañar, sino al contrario, lo que Dios dispone siempre es lo mejor, aunque nuestra naturaleza humana falta de comprensión se resienta.
María nos enseña que el dolor asumido y ofrecido genera salvación, nos muestra que podemos ser corredentores con Cristo si unimos nuestros sufrimientos a los sufrimientos de Él. Nos muestra que hay que cambiar las quejas por alabanzas, los enojos por aceptación y el llanto por cantos de alabanzas.
No es fácil vivir las propuestas de Dios, pero en María podemos ver claramente que la capacidad nos viene de Dios, que Dios colma de gracias para que podamos responder y que unidos a su santa voluntad todo lo podemos.
Marís nos muestra que la fidelidad de Dios es verdadera y que sus promesas se cumplen. Por esto es necesario disponernos y aceptar que Dios es Dios y que Él no se equivoca, que todo lo hace bien y que hasta lo que nos parece lo peor es fecundo a sus ojos y porque Él nos ama.
Unámonos a la Madre de Dios y a ella pidamosle, como mamita linda que es, que nos ayude con su poderosa intercesión a hacer siempre lo que Dios nos diga. Amén!

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