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lunes, 30 de septiembre de 2013

¡¡JAIRE!!

¡JAIRE!

¡Jaire, María, llena de gracia! ¡Alégrate, María, llena eres de Gracia! (Lc.1, 28). 


Es una invitación especial de alegría y a la alegría. Alegría característica de los que viven en Cristo, alegría que es el sello de los redimidos.
¡Jaire! Desde nuestro Bautismo, y en nuestro Bautismo, hemos recibido este hermoso saludo. En el momento sublime, en el cual y por el cual, el Señor limpió nuestra alma de pecado; cuando Él habitó en nuestro interior con su presencia, su amor, la Fe, la Esperanza, la Caridad. Cuando invadió nuestro interior con su vida divina a través de la GRACIA SANTIFICANTE, nos dice a cada uno: Jaire… alégrate… eres lleno de Gracia, eres llena de Gracia.
¿Cómo no vivir en la alegría? Y ¿Cómo no vivir invitando con nuestra vida a la alegría? Todo en nosotros debe decir que estamos alegres. Alegres, más bien, FELICES. Una característica que no puede faltar es la alegría, en la vida cristiana. Un cristiano triste es un triste cristiano. La alegría del encuentro, la alegría de los hermanos, la alegría del ágape, del compartir, de la puesta en común. La alegría de la comunión, la alegría de la presencia viva y real de Jesucristo en medio nuestro. La alegría de los enamorados, de los que se han dejado seducir por el Amado. La alegría de quienes confían en el Señor y experimentan su fidelidad, la alegría de quienes reposan en Dios y descansan en sus manos. La pregunta que debemos hacernos a cada momento, a cada instante es la siguiente ¿Cómo no estar alegres? O si no lo estoy ¿Por qué me falta la alegría? Y si repasamos la lista anterior encontraremos muchas respuestas y todas serán muy duras: si me falta la alegría puede ser, en primer lugar, porque no tomo conciencia de que Dios vive en mí, y que esa vida de Dios en mi produce sí o sí felicidad, porque Dios es Feliz. Tal vez nunca pienso en la Gracia Santificante, no me detengo a adorar a Dios que vive en mi, a compartir su felicidad, a dejarme alegrar con pensamientos tan altos. O tal vez la falta de alegría puede deberse a que no me siento comunidad, o no me siento hermano, o no comparto, no me abro, no me doy a conocer, no pongo mi vida en común; y ese cerramiento en mí mismo no puede producir otra cosa que tristeza, pesar, incomodidad. O quizás la falta de alegría radique en que todavía no me siento o no estoy enamorado de Jesús, o es un amor muy pobre, muy medido, muy condicionado, muy lejano. Un amor demasiado humano, sin fe. O la razón de la falta de alegría es la poca confianza, o el dejar de reposar en el Señor, o la búsqueda de la felicidad en placeres mundanos, la falta de mirada sobrenatural en los acontecimientos de la vida. O el querer escapar de la cruz, del dolor, del sacrificio. El huir de la voluntad de Dios quita la alegría de pertenecerle. Y así, podríamos seguir con muchas, muchas razones que pueden empañar o quitar la alegría.
Pero el saludo que recibimos en el Bautismo, el ¡Jaire! Que cada uno ha recibido es totalmente personal, actual y duradero, porque cada día el Señor vuelve a llamarnos a la alegría, que no es más ni menos que tomar conciencia de que ¡¡¡LLEVAMOS UNA FIESTA ADENTRO!!! Amén

AMO DIOS MIO TU VOLUNTAD

"En el libro de la Ley está escrito lo que tengo que hacer: yo amo, Dios mío, tu voluntad, y tu ley está en mi corazón". 


Sabemos que el Libro de la Ley es el Libro Sagrado de la Palabra de Dios, allí donde Él ha expresado todo y cada cosa que quiere de nosotros y para nuestra felicidad. El libro Santo, la Santa Biblia, la Palabra de Dios, las Sagradas Escrituras, la Voz de Dios. 
Acercarnos a este Libro es acercanos a escuchar a Dios. A la Biblia no se la lee, sino que se la escucha. Porque la Biblia no es simplemente una recopilación de textos e historias, sino que es la máxima expresión de la voluntad de Dios, es su Palabra, y es esa Palabra que nos visitó y se hizo uno de nosotros, compartiendo nuestra vida y mostrándonos la vida de Dios. Por eso, es para nosotros sumamente importante tomar conciencia de la necesidad que nuestra vida tiene de reconocer que la Santa Biblia es para nosotros Palabra de vida. 
Tiene que ser nuestra luz, nuestra guia, nuestra mejor companía, ya que es Dios mismo que expresa su voluntad.
De este reconocimiento podremos decir, como el salmista, "yo amo Dios mio, tu voluntad"... amo la voluntad de Dios porque la conozco y la conozco porque la escucho y la escucho porque la leo con el corazón atento y en un clima de recogimiento, amor y adoración. Amo la voluntad de Dios porque la busco día a día en la meditación de su palabra, escuchándolo con atención. Amo la voluntad de Dios porque abro mi corazón a su máxima expresión, la recibo y la asumo como propia. 
Sabemos que nadie puede amar lo que no conoce, por eso, al contemplar la palabra de Dios diariamente iremos amando más y más su santa voluntad.
Y también podremos decir "tu Ley está en mi corazón". La ley de Dios está escrita en el Libro Santo, está en nuestro corazón por su gracia, pero hay que tomar conciencia de que verdaderamente está. Y al amar la voluntad de Dios amamos su ley y le damos el espacio que merece en nuestro corazón y al darle la importancia que verdaderamente tiene nuestra vida camina en santidad.
Esto es, simplemente, ser santos. Reconocer que la palabra de Dios es su voluntad, amar esa voluntad y llevar la ley escrita en nosotros, de esta manera la santidad de nuestra vida será Libro Santo para los demás, diremos con nuestra existencia lo que Dios quiere decir y lo que Él dice en su Palabra. Seremos Biblias vivas que proclamen que la voluntad de Dios es felicidad para el ser humano. Amén

MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA

Trayendo a la memoria el glorioso día de Pentecostés, no podemos dejar de recordar a María Santísima. María, la Madre de Dios, unida en oración e implorando la venida de su Santísimo Esposo sobre esa comunidad naciente. Como en aquella época, María sabe muy bien, lo que todos sus hijos necesitamos. Ella sabe, porque escuchó atentamente a su Hijo, Jesús, que sin el Espíritu de Dios, nada podemos hacer. Ella sabe que el ser humano sin el auxilio que viene de lo alto será incapaz de seguir las huellas de su Hijo, Jesús. Por eso María, la Omnipotencia suplicante, en primer lugar pide insistentemente al Señor que derrame su Espíritu sobre cada uno de nosotros. Ella pide un Pentecostés personal, un reavivamiento espiritual. ella sabe que la única forma de que Cristo se geste, se forme, se haga realidad en la vida de los cristianos es por el poder y la fuerza del Espíritu Santo, su Esposo.

Mirando a la "LLena de Gracia", podemos ver la obra maravillosa del Espíritu Santo. Mirando a María podemos ver la obra acabada del poder santificador del Espíritu Santo. Ella, la Llena de Dios, nos muestra lo que Dios puede hacer si lo dejamos obrar, nos muestra la obra perfecta del poder de Dios.
María es el reflejo de la vida Divina derramada en abundancia en un corazón generoso, ella nos muestra lo que es verdaderamente vivir en la Gracia de Dios.
Y, como en Pentecostés, aún hoy ella sigue al lado nuestro, al lado de los seguidores de Cristo, al lado de los elegidos de Dios, al lado de sus hijos.
Y junto a ella podemos vivir un verdadero Pentecostés, que no será distinto al que sucedió cincuenta días después de pascua, sino que será idéntico y con los mismos frutos y prodigios.
Unidos a ella podemos vivir una verdadera vida pentecostal. 
Recordemos lo que sucedió en Pentecostés en la vida de los apóstoles, fue un antes y un después. La valentía y la sabiduría de Pedro, el arriesgarse, la audacia, la locura de todos ellos que llegaron felices al martirio por Cristo, no es otra cosa que el poder del Espíritu Santo.
Y la vida de la primera comunidad comienza a relatarse tal cual es luego de Pentecostés, antes de Pentecostés era el grupo de los seguidores de Cristo, luego de Pentecostés es la Comunidad Cristiana. Una sola alma, un solo corazón. La comunión de bienes. La vida fraterna. Y María con ellos. No puedo imaginarme, ni debemos imaginarnos una vida comunitaria sin María y mucho menos una vida verdaderamente pentecostal sin la esposa del Espíritu Santo.
Toda vida familiar necesita de la figura materna, la figura materna que es signo de unidad. Y María, la Madre de la Iglesia, es nuestro signo de unidad, nuestro lazo de unidad, nuestro vínculo de fraternidad. Hermanos en Cristo y en María. Donde está Jesús está su Madre. amén

DE LA ABUNDANCIA DEL CORAZÓN HABLA LA BOCA

 "El hombre bueno dice cosas buenas porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas porque el mal está en su corazón. Pues de lo que abunda en su corazón habla su boca" (lC.6, 45)

Sin demasiadas vuelta y para mentes y corazones abiertos, esta palabra, no necesita mucha explicación. Pero, lamentablemente, para muchos seguidores de Cristo, esta palabra todavía sigue siendo un gran interrogante.
Las preguntas que vienen a mi mente en este momento son las siguiente ¿De qué hablamos? ¿Qué decimos? ¿Cuál es nuestra abundancia en el corazón?
Doloroso es ver y escuchar, más de una vez, y a más de uno pocos cristianos, expresarse, por ejemplo, muy vulgarmente. Doloroso es escuchar conversaciones ociosas, palabras que no edifican, groserías, dobles sentidos, malicia. Doloroso es escuchar conversaciones "largas y tendidas" sobre cosas superfluas y, más doloroso aún, es ver que el tiempo que se habla de Dios, de sus obras, es muy corto.
¿Es necesaria, por ejemplo, la vulgaridad? ¿Cuál sera, entonces, la diferencia con el mundo? Si nosotros, cristianos, no marcamos una diferencia radical con el resto que dice no amar y conocer a Dios, entonces ¿Cuál es nuestro compromiso con el Evangelio y la proclamación del Señorío de Cristo en nuestra vida? ¿Cómo hacemos que los demás conozcan el comportamiento diferente que Dios nos propone? Si la conversión no llega a la lengua, entonces, todavía el camino es largo...
En una oportunidad dije esta frase: "Los cristianos somos normales, pero no vulgares" y es la verdad. No hay necesidad que dentro de la normalidad consideremos las groserías  las vulgaridades y las conversaciones ociosas. No es necesario llenarnos la boca con esas expresiones pudiéndolo hacer de manera distinta. Y eso marca la diferencia, eso es evangelizar, eso es tener en cuenta de que el único evangelio que algunos lleguen a leer será nuestra vida. 
Si el corazón abunda de Dios entonces que las palabras muestren a Dios; y con esto no quiero decir que solo debemos hablar de Dios, o citas bíblicas, o enseñanzas catequísticas, con esto quiero decir que nuestro lenguaje debe ser purificado y nuestras expresiones deben ser sanas y edificantes.
Hay que tener bien en cuenta que quien no logra dominar su lengua en cosas pequeñas, como pueden ser las palabras inconvenientes, tampoco podrá dominarle en cosas más graves como pueden ser la mentira, la calumnia, el juicio. Entonces, si no empezamos por lo mínimo difícilmente llegaremos a lo máximo.
Con la práctica se logra todo, por lo tanto, hay que empezar a ejercitarse y a crear buenos hábitos, luego llegaremos a la virtud. Teniendo en cuenta que la vocación de todos es la santidad y la santidad no consiste en hacer cosas extraordinarias, sino que santidad es hacer de lo ordinario un culto a Dios. Ahora bien ¿Palabras no convenientes serán culto agradable? Es para pensarlo.
De la abundancia del corazón habla la boca nos dice el Señor. Amén

domingo, 29 de septiembre de 2013

¿RICOS O POBRES PARA DIOS?

"había un hombre rico que vestía de púrpura y lino finísimo, y cada día celebraba espléndidos banquetes. Un pobre, en cambio, llamado Lázaro, yacía sentado a su puerta, cubierto de llagas, deseando saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Y hasta los perros acercándose le lamían sus llagas. Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán; murió también el rico y fue sepultado. Estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando sus ojos vio a lo lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno; y gritando, dijo: Padre Abrahán, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en estas llamas. Contestó Abrahán: Hijo, acuérdate de que tú recibiste bienes durante tu vida y Lázaro, en cambio, males; ahora, pues, aquí él es consolado y tú atormentado. Además de todo esto, entre vosotros y nosotros hay interpuesto un gran abismo, de modo que los que quieren atravesar de aquí a vosotros, no pueden; ni pueden pasar de ahí a nosotros. Y dijo: Te ruego entonces, padre, que le envíes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos, para que les advierta y no vengan también a este lugar de tormentos. Pero replicó Abrahán: Tienen a Moisés y a los Profetas. ¡Que los oigan! El dijo: No, padre Abrahán; pero si alguno de entre los muertos va a ellos, se convertirán. Y les dijo: Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, tampoco se convencerán aunque uno de los muertos resucite"

Qué tremendo llamado de atención de parte de Jesús a sus contemporáneos, sobre todo a aquellos que se dicen y se creen saber, vivir, y predicar. 
Y a nosotros ¿Qué nos dice?
Podríamos decir que a nosotros nos está garantizando, con toda verdad, la vida eterna; vida que se consigue no con una amplitud de estómago o de bolsillo, sino con amplitud de corazón.
Y ¿Qué significa ser un rico epulón? Ser rico no es solamente tener un montón de bienes, mucho dinero, ropa fina, y propiedades por doquier. Eso es riqueza material, que se puede o no tener. Y que, en el caso que se tenga, dificulta aún más la vida porque genera en el ser humano una tendencia llamada apego. El apego es una inclinación posesiva sobre las cosas materiales, pero también sobre las personas, opiniones, razones y/o circunstancias  Por lo tanto, los bienes materiales producen la gran riqueza del apego y el apego ocupa el corazón. el apego ocupa el lugar de Dios. el apego nos deja en una pobreza espiritual acentuada y difícil de reconocer. Y esto es lo que no nos deja crecer, no nos deja vivir el plan de Dios y esta es la riqueza a la cual debemos temer. La riqueza que reside en el corazón del ser humano, Jesús también dijo que allí donde esté nuestro tesoro estará también nuestro corazón. A veces nuestros apegos, nuestras riquezas, son pequeñas cosas pero son tan importantes, ocupan un lugar tan especial en nosotros, que se transforman en un gran tesoro. Tesoro que tapa la visión general de nuestra vida orientada a Dios. Y esto es ser rico epulón, poner las cosas como tesoro, ocupando nuestro corazón con pequeñeces y robándole y hasta negándole el espacio que le corresponde a Dios.
Y en cuanto a Lázaro, no es que Dios pretenda nuestra miseria, sino que nos deja ver en esta parábola hasta donde puede llegar nuestra riqueza mal orientada y cual es el premio que cada uno recibirá según su comportamiento.
Lázaro recibió la mejor parte y llegó a ser un llamado de atención, un llamado a la conversión para el rico, pero lamentablemente ya no era el tiempo, ya no había tiempo.
Por eso, es necesario volver la mirada a Dios y que Dios comience a ocupar el lugar que es suyo en nosotros. Hay que empezar a practicar el desprendimiento, pero ¡¡AHORA!!
Llegará el momento en el cual ya no podremos revertir las situaciones o nuestras decisiones, por lo cual, no dejemos para mañana lo que corresponde hacer hoy. De una vez para siempre que Dios sea Dios y que mi tesoro esté en Él, así mi corazón también estará en Él. Amén

viernes, 20 de septiembre de 2013

DIOS SE MERECE TODO LO MEJOR!!

"EL PROBLEMA NO ES TU AUSENCIA, EL PROBLEMA ES QUE TE ESPERO" dice la letra de una canción, que puede o no gustarnos el autor y/o la letra, pero para lo que quiero compartirles a mi me ayuda a comenzar la reflexión.
Mis amados hermanos, amados católicos, amados cristianos, amados hijos de Dios en general ¿Cuándo dejaremos de jugar a las escondidas con el Señor? ¿Hasta cuándo tendrá que seguir esperando una respuesta de nuestra parte? ¿Cuándo empezaremos a caminar como Dios plantea?
en esto radica el gran problema de la humanidad, asi como dice el versito de la canción: no es problema la ausencia de la humanidad, el problema es que dejamos a Dios esperándonos. hacemos que Dios tenga que esperar nuestras decisiones para que muchos reciban su bendición. Pero eso no es todo, es que ni siquiera estamos ausentes por completo, sino que el problema es que estamos atornillados al título de cristianos, o al título de servidores de Cristo, y ni siquiera nos damos cuenta que estamos estancados y que con ese estancamiento retrasamos el obrar de Dios.
El problema no es que nos ausentemos totalmente, porque eso al menos sería una decisión y dejaría lugar a que Dios determinara otra cosa, y con esto no quiero decir que Dios está sometido a nuestras decisiones o que su poder está supeditado a si doy o no mi respuesta, Dios es Dios y como Dios puede hacer lo que quiera, como quiera y cuando quiera. Pero Dios quiere que sus hijos sean portadores de su gracia, quiere usarnos y quiere hacer las cosas a través de nosotros, que nos decimos sus hijos y servidores. Ese es el problema... ¡¡QUE NOS ESPERA!!
Si nos planteáramos esta verdad siquiera nos daríamos cuenta que quien está esperando por nosotros no es un ser humano, no es un presidente, no es un jefe, no es cualquier cosa, o un objeto, no es un sentimiento ni una simple acción, el que nos espera es DIOS.
Por lo tanto, vuelvo y repito, no sería mayor problema si nos borráramos, al menos Dios contaría con mi negativa, sino que el tema pasa porque hacemos esperar a Dios y trabamos su obrar con nuestra indecisión.
Muchos, muchisimos hermanos nuestros todavia no conocen a Dios, y Dios está a la espera de que nosotros nos decidamos a transmitir con la vida misma, con palabras y con hechos, su verdad, su vida, su amor, su bondad. Dios espera que nosotros seamos portadores de su Ser. Dios espera pacientemente que nos decidamos de una buena vez a dar los pasos necesarios para que ese encuentro con los hijos que todavia no han escuchado hablar de Él se enteren de su existencia. Y nosotros, los más cristianos, detenidos en el tiempo con las pavadas mundanas, con las pequeñeces del ombligo, con los caprichos de malcriados, con el ego que nos lleva de la nariz!!! Hasta cuándo!!
Hasta cuando vamos a privar del amor de Dios a los demás! Hasta cuándo esperará el Señor nuestra decisión.
Podrán decirme que ya hemos decidido, que ya estamos en camino, que ya empezamos... Amén y bendito es Dios. Pero yo vuelvo a mirar la realidad y veo, con muchisimo dolor, y yo misma incluida, que mi respuesta es demasiado cobarde, pequeña, humana. 
Dios se merece que hagamos lo que Él quiere, como Él quiere y para su mayor gloria, dejemos entonces de buscarnos a nosotros mismos dentro de la religiosidad y expresemos y compartamos todo lo que verdaderamente recibimos de Dios, que es mucho más de lo que podemos pensar o pedir.
Dios es Dios y eso basta!!! Amén

jueves, 19 de septiembre de 2013

PREDICAR

Predicar a Cristo no es decir un multitud de palabras, sino mas bien afirmar con la vida lo que creo sobre El.
Recordemos la simplicidad de San Francisco que le decía una y otra vez a sus hermanos: tengan en cuenta que su vida, su proceder, puede llegar a ser para algunos hermanos el único evangelio que lean. Así de preciso, así de. Cierto, así de responsable y comprometido es el factura del cristiano que se profesa como tal.
No es por lo mucho que digamos que seremos canales de encuentro con Cristo, no es por lo mucho que hagamos que nuestras obras o construcciones digan de Dios, pero si será una buena obra teológica si lo expongo con mi ser.
Ser cristiano es lo que cuenta, ser cristianos de verdad, de palabras y de obras, de hechos concretos. Ser cristiana de Cristo y no de ranchos propios o espacios apartados. Ser cristianos de verdad y en la verdad.
La predicación es un don de Dios que se vive y se disfruta, pero mas grande es el don de la vida de quien predica, mas grande es el don de las palabras que no se dicen pero si se viven. Mas grande es el don de la predica del amor inagotable que inunda la vida de aquel que es llamado a predicar.
Por eso, tengamos en cuenta, que predicar es vivir y vivir para Dios. Que transmitir a Dios no es simplemente enseñar o hablar de su parte como enviados, predicar es convencer con el ejemplo de que lo que Dios dice es lo que necesitamos para vivir.
Predicar es la conciencia de que las palabras deben encarnarse, no a modo de ejemplo como si fuéramos modelos, sino la vida que ejemplifica cada una de las palabras de Dios pronunciadas sobre nosotros.
Que precioso son los pies de los que anuncian la paz nos dice la Palabra, podemos ver que señala los pies, no señala las palabras ni a persona, sino los pies, ejemplificando que es en el caminar que se va predicando, con el andar, con el propio vivir. La humildad de lo sencillo, así como la sencillez de Dios, que siendo Dios precisamente, quiere necesitar de los testimonios humanos para que lo conozcan. Amen

miércoles, 18 de septiembre de 2013

SOMOS UN SOLO CUERPO

"Si un miembro del cuerpo sufre, todos los demás sufren también; y si un miembro recibe atención especial, todos los demás comparten su alegría" (1Cor.12, 26)

¡Qué inestimable misterio de amor es la realidad de la Iglesia!
Bendito es Dios que a cada uno de nosotros nos convoca y nos congrega para que seamos su Pueblo, su nación Santa. La Iglesia es precisamente esto: La convocatoria que Dios hace a los seres humanos, llamándonos a ser parte de su familia, a vivir en unidad, en santidad, en catolicidad y apostólicamente.
Como miembros de la familia de Dios que somos, desde nuestro santo bautismo, tenemos el derecho y el deber de vivir en la libertad de los hijos de Dios. Y esa libertad se expresa con mayor claridad en la obediencia que cada uno debe tener a lo que su propio ser es: IGLESIA y a lo que la Iglesia enseña: CRISTO. 
No podemos concebir siquiera la palabra Iglesia con la palabra desunión, muy por el contrario, al pronunciar la palabra Iglesia ya estamos diciendo unidad, por lo tanto, como convocados por Dios para testimoniar esta realidad santa debemos involucrarnos y acrecentar esa unidad que Dios propone.
San Pablo nos clarifica la dimensión de iglesia cuando hace la comparación de la misma con el cuerpo humano, con cada órgano, con cada miembro, que a pesar de que son distintos entre si y que cada uno tiene su función específica, todos pertenecen al mismo cuerpo y sirven para el mismo fin: LA VIDA.
Si nosotros nos planteáramos diariamente que al ser Iglesia tenemos una finalidad específica y ocupamos un lugar especial en el Cuerpo de Cristo, entonces todo sería más fácil y fluido. 
Es necesario tomar conciencia de que cada uno de nosotros tenemos un espacio preparado por Dios en la iglesia y que si no lo ocupamos ese espacio queda vacío, esa misión queda inconclusa, ese crecimiento que depende de mí queda trabado.
Es necesario ser responsables, no podemos borrarnos, no podemos menospreciar a nadie, no podemos dejar de disfrutar y de compartir esta realidad eclesial.
La Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia soy yo y la Iglesia sos vos, la Iglesia somos todos y cada uno.
Y como dice el encabezado de este escrito, si un miembro sufre todos sufrimos y si un miembro es enaltecido todos disfrutamos. A veces me imagino una Iglesia llena de cicatrices, una Iglesia que sangra por las heridas que nosotros mismos nos ocasionamos unos a otros. cuando yo hiero a un hermano, lo maltrato, lo menosprecio, lo humillo, lo saco del medio, me estoy haciendo daño a mi mismo por el mismo hecho de ser Iglesia, me estoy auto agrediendo al agredir a mi hermano, y esta dimensión no la tenemos muy en cuenta a la hora de actuar.
Con  la Gracia de Dios podemos hacer que la Iglesia de el verdadero testimonio que Él espera, y la misión de darle gloria será fecunda. Abramos el corazón para que el Fundador de esta vida preciosa sea glorificado y pueda obrar en nosotros y a través nuestro. Amén

lunes, 16 de septiembre de 2013

FE O CREDULIDAD

"CADA UNO DEBE ESTAR CONVENCIDO DE LO QUE CREE" (Rom.14, 5)
Convicción necesitamos antes que acción.
El Señor nos repite una y otra vez que la fe es capaz de hacer grandes cosas, que la fe mueve montañas, que lo que se pide con fe se obtiene. También nos dijo y nos dice que Él vino a traer fe y que está deseoso de que arda en el mundo entero.
y ¿Qué es la fe? ¿Qué es creer? ¿Por qué tanta insistencia de parte de Dios? ¿Por qué el ser humano necesita creer? ¿En qué nos favorece la fe?
Muchas preguntas y una sola respuesta: DIOS Y SOLO DIOS!
La fe es la capacidad donada por Dios para adherirnos incondicionalmente a su plan de amor, es la capacidad de unirnos a la voluntad de Dios, es la capacidad de dar una respuesta a Dios consecuente con lo que Él nos expresa y nos invita.
La fe supone creer en Dios y creerle a Dios. La fe solo sirve para unirse a Dios. Cuando el ser humano deposita su fe en cosas o personas, o expresa que cree en tal o cual cosa o persona, eso no se denomina fe, eso no es una expresión de fe, sino que es credulidad. Y para los cristianos, la credulidad es amiga de la mediocridad y la mediocridad no es apta para Dios, no es apta para dar una respuesta, no es apta para suponer una expresión de fe.
La credulidad no nos lleva a ningún lado, la credulidad lo único que puede hacer es darnos la satisfacción momentánea, procurarnos ratos de placer, nos hace vivir la irrealidad de las cosas y nos inventa situaciones ventajosas a corto plazo. En cambio la FE nos alienta a dar pasos seguros y firmes en el camino real que Dios nos plantea. la Fe nos asegura el obrar de Dios a nuestro favor, porque hemos depositado la confianza en AQUEL que no defrauda, en AQUEL que es autor de todo y a quien todo se le debe. La fe nos levanta en gloria y nos deja ver y experimentar la REALIDAD de dios y la realidad de nuestra vida orientada a Dios. La Fe nos capacita para vivir la felicidad, la que perdura, la que viene de Dios, la que se disfruta todo el tiempo a pesar de todo y contra todo, porque es real y es un don de Dios.
Entonces, debe quedarnos muy claro, que los cristianos, los hijos de Dios, todos y cada uno de nosotros que decimos amar y conocer a Dios, no podemos movernos por credulidad sino por fe. y para esto debemos estar convencidos, y para convencernos necesitamos formarnos, conocer, ya que nadie puede convencerse de algo que no sabe o no conoce.
Renovemos esta palabra que el Señor nos dice hoy, que cada uno debe estar convencido de lo que cree. Entonces daremos testimonio de lo que es Verdad, de un Dios lleno de amor y misericordia que cuida de nosotros, y en ese testimoniarlo iremos creciendo en virtud para su gloria. Si estamos convencidos de nuestra fe todo nos resultará poco en la respuesta al Señor. Si simplemente tenemos una credulidad entonces nuestra vida será mediocre y no convencerá a nadie que vale la pena seguir a Jesús. Amén!

domingo, 15 de septiembre de 2013

MARÍA, MADRE DEL CRUCIFICADO

Junto a la Cruz de su Hijo la Madre sufriendo está... así nos dice una de las canciones Marianas que muchas veces hemos cantado. Pero no es simplemente una canción, es la realidad de la Madre de Dios, Madre del Crucificado, Madre de la entrega, Madre de la ofrenda, Madre de la Salvación que está en la cruz y su Nombre es Jesús.
Cada uno de nosotros conocemos el dolor, sabemos del sufrimiento, y lo palpamos cada momento con las situaciones que nos tocan, sin embargo, siempre escuchamos esta frase: No hay como el dolor de una madre al perder a su hijo.
Si nosotros mismos, en nuestra pequeñez, hemos llegado a formular esta frase, entonces podemos entender el dolor de María Santísima al ver a su Hijo en la cruz. Y verlo en la cruz, y participar de su muerte, y recibirlo muerto en sus brazos, y saber que todo eso que estaba pasando, todo eso que ella estaba viviendo, es voluntad de Dios.
¿Cómo habrá estado su corazón en ese momento? ¿Qué pasaría por su mente? Eso solo Dios y ella lo saben, pero tengo la certeza movida por el amor de madre que su frase tanto en la mente como en el corazón fue la misma que dijo desde el principio, desde el anuncio del ángel, donde ella unió su voluntad a la voluntad de Dios: HÁGASE! Aquí está tu servidora Señor...
Mirando a la Madre podemos entender que la Palabra de Dios es tan verdadera y real que nadie puede dudar de lo que Dios dice y de lo que Dios hace, y en ella podemos descubrir que jamás vamos a tener que pasar por pruebas que superen nuestras fuerzas.
Y no es que María, por ser ella, no tenia sentimientos o era totalmente inconmovible, sino que ella es nuestro perfecto modelo de que la voluntad de Dios nunca nos va a dañar, sino al contrario, lo que Dios dispone siempre es lo mejor, aunque nuestra naturaleza humana falta de comprensión se resienta.
María nos enseña que el dolor asumido y ofrecido genera salvación, nos muestra que podemos ser corredentores con Cristo si unimos nuestros sufrimientos a los sufrimientos de Él. Nos muestra que hay que cambiar las quejas por alabanzas, los enojos por aceptación y el llanto por cantos de alabanzas.
No es fácil vivir las propuestas de Dios, pero en María podemos ver claramente que la capacidad nos viene de Dios, que Dios colma de gracias para que podamos responder y que unidos a su santa voluntad todo lo podemos.
Marís nos muestra que la fidelidad de Dios es verdadera y que sus promesas se cumplen. Por esto es necesario disponernos y aceptar que Dios es Dios y que Él no se equivoca, que todo lo hace bien y que hasta lo que nos parece lo peor es fecundo a sus ojos y porque Él nos ama.
Unámonos a la Madre de Dios y a ella pidamosle, como mamita linda que es, que nos ayude con su poderosa intercesión a hacer siempre lo que Dios nos diga. Amén!

sábado, 14 de septiembre de 2013

EXALTACIÓN DE LA CRUZ

Nos dice el Señor Jesús que todo aquel que quiera ser su discípulo que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y lo siga. En estas simples palabras se encierra la gran y perfecta invitación y vocación al seguimiento de Cristo.
No es por lo mucho que hagamos que podremos llamarnos verdaderos seguidores, sino que la medida será la capacidad de renuncia a nosotros mismos y el amor a la cruz.
La renuncia a nosotros mismos es un trabajo cotidiano que todo cristiano debe cargar en su curriculum vitae, el cual es a modo de experiencia laboral por así decirlo, cuando nos presentemos delante del Señor con todo lo que somos y todo lo que tenemos para pedirle que nos permita seguir sus pasos.
Es el trabajo arduo, y dichoso a la vez, que nos va modelando y moldeando la nueva imagen que como cristianos debemos reflejar: a más renuncias más Cristos.
No podemos ponernos en el camino si no tomamos conciencia de esta radical opción de renuncia, que no solo compromete el carácter, sino que compromete toda la persona, inclinaciones, gustos, anhelos, opiniones y sabiduría humana. Renunciar a nosotros mismos es configurar nuestra voluntad con la voluntad de Dios.
Y en este trabajo cotidiano contamos con la Gracia de Dios que capacita a quienes nos decidimos por Él, es la Gracia que actúa en nuestra naturaleza la que va haciendo crecer los músculos actuantes en las renuncias, porque se necesita fuerza y esfuerzo, pero se necesita mucho más a Dios y su Gracia Santificante.
Bien podemos decir que es un porcentaje mínimo requerido de nuestra parte que es la DECISIÓN y el resto lo hace el Señor que provee la ACCIÓN.
Y esto es gratificante, saber que Dios nos pide algo que es difícil y complicado, pero sin embargo nos capacita para que podamos responder. Por lo tanto, todo el que se decide a renunciar a sí mismo para seguir a Cristo lo puede hacer verdadera, eficaz y libremente acompañado de la Gracia y el Poder de Dios.
Y la renuncia en sí misma ya se torna en cruz, la renuncia ya es cruz, la renuncia ya nos revela la cruz y el sufrimiento, pero también nos revela la satisfacción de la salvación y la alegría de la elección.
Cristo padeció por cada uno de nosotros, si bien San Pablo nos dice en una de sus cartas que Cristo aceptó la cruz cargándola por nosotros, y que sin cambiar su condición de Dios se hizo uno de nosotros, para la gloria del Padre; así nosotros RENUNCIANDO a lo que somos y queremos, nos ofrecemos con Cristo en su cruz para mayor gloria del padre.
En Cristo no tenia ninguna razón de ser la renuncia porque Cristo es Dios, y como Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros, y se entregó en la cruz. Y esa fue nuestra salvación, con su pasión y cruz nos dio vida, nos mostró a toda la humanidad de lo que es capaz de hacer Dios por amor.
Ahora bien, nosotros criaturas, seres humanos, pequeños, sí necesitamos cambiar, necesitamos renunciar a lo que somos para completar la ofrenda de Cristo. Ofrenda demasiado perfecta para que la naturaleza humana y pecadora nuestra se pueda unir, por lo que Jesús mismo nos invita entonces a renunciar a nosotros mismos y luego cargar la cruz.
La cruz es una bendición, la cruz es el primer paso para resucita, la cruz es la gloria de dios que le muestra al mundo que ha sido vencido, le dice a la muerte que ya no tiene prioridad y le confirma al demonio que hay un ÚNICO Y SOLO DIOS y que es El que murió y resucitó y que vive por los siglos de los siglos.
Y en este Misterio tan inmenso e infinito, como es Dios mismo, tenemos participación nosotros, pequeños hijos de Dios, simples criaturas. En este misterio estamos insertos en esos momentos de aflicción, de dolor, de enfermedad, de pruebas, en esos momentos de los cuales queremos librarnos a como de lugar, justamente en esos momentos especiales es cuando estamos más unidos a Cristo, renunciando a nosotros mismos y recibiendo la vida de Dios con mayor potencialidad.
¡Qué difícil se nos hace ver este misterio de amor! Pero aunque no lo veamos, aunque no lo entendamos, aunque lo rechacemos, de todos modos el misterio es misterio y el amor es amor, y sigue sucediendo y brindándose para nosotros en plenitud y eso es lo maravilloso.
Gracias Señor por esta invitación y gracias por tanto amor a través de las cosas que no nos gustan en nuestra vida. Amén!