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jueves, 19 de diciembre de 2013

DIVINO NIÑO

Te diré mi amor, Rey mío, con una mirada suave, te lo diré contemplando tu cuerpo que en pajas yace 
(Himno de vísperas en tiempo de Navidad)

El Rey altísimo, el sol que nace de lo alto, el Príncipe de la paz, con cada uno de los nombres que fue anunciado el Redentor, Jesucristo, Nuestro Señor; y viene a nosotros de una manera tan pequeña y tan grande al mismo tiempo.

Viene Dios, así lo anunció el ángel a María, "Tu hijo es Santo, su Nombre Emmanuel". Dios con nosotros. Jesús, Dios que salva. Mesías, Ungido.

Dios es Dios y en su grandeza siempre nos muestra la humildad que lo adorna, siempre busca maneras simples y delicadas de mostrarnos quien es en verdad, como es en verdad, y como quiere que sus hijos seamos a su imagen y semejanza.

Un pequeño, un niño, un indefenso. Un grande, todo un Dios, el Todopoderoso. 
Sin casa, sin cuna, sin espacio para Él. Dueño del cielo y la tierra, Incontenible, eterno Dios.
Sin ropas, sin abrigo, con frío. Dios providente que acude en respuesta a las necesidades.

Todo en Dios parece una contradicción a la mente humana, más bien, es una contradicción a la mente humana que se hace un Dios según sus pensamientos y formas de sentir, que se arma un Dios según sus fuerzas o sus razones, que cree en un Dios de acuerdo a sus peticiones y respuestas ¡Qué distinto es el pensamiento de Dios! ¡Qué grande es! ¡Qué tremendo su amor!

Quien de nosotros no ha pensado alguna vez que Dios podría habernos salvado de cualquier manera, con una simple palabra, más bien, su Palabra se Encarnó, más bien quiso hablarnos en carne humana, más bien quiso hacerse escuchar como uno de nosotros, con nuestro lenguaje, con nuestra forma, con nuestros pesares, con nuestro crecimiento progresivo, y sin dejar de ser Dios. No dejó su condición divina, pero no hizo alarde de ella, nos dice San Pablo. No dejó de ser el Verbo Eterno del Padre Creador, que al pronunciarse dió vida, más bien se encarnó por voluntad del Padre para pronunciar una vez más la vida y así lo dijo: "Soy el camino, Soy la Verdad y soy la vida"

Y en su nacimiento ya nos mostró el Sacrificio con el cual seríamos redimidos, nos mostró el valor de la cruz, nos mostró la gran salvación que trae consigo el dolor y las privaciones. Nos mostró que su soledad iba a ser en muchas ocasiones. Nos mostró que sería su Madre, quien lo recibió en sus brazos sería quien lo acompañaría en el dolor del Sacrificio. La cruz es un pesebre y el pesebre es cruz.

Dice el himno: su Cuerpo que en pajas yace, premisa de su padecimiento en los azotes, su espalda castigada por la paja recién nacido, su cuerpo castigado por los azotes en su pasión. Su Madre admirando su nacimiento y su Madre admirando su padecimiento, y en ambos caso sin poder hacer otra cosa que admirar, contemplar y guardar en su corazón.

Y así mismo, Dios no renegó de ser humano, no renegó de compartir con nosotros, no reniega aún ahora por nuestra indiferencia, no renegará jamás porque Dios es amor. Y es ese Amor el que mueve su corazón para el bien de cada uno de nosotros, y lo seguirá haciendo, porque Dios no puede renegar de su misma esencia, Dios no puede dejar de amar porque es amor. Su gran amor se glorifica en la misericordia que nos tiene, en cada acontecimiento Dios es capaz de poner su corazón en nuestra miseria, levantarnos y decirnos que vale la pena seguir, porque para EL, pase lo que pase, vale la pena amarnos.

¡Navidad es amor! Principio del amor humanado, principio del cumplimiento de la Promesa de salvación, Dios que se acerca y nos toca la humanidad, así como si nos tocara el hombro y nos dice: ¡No lo olvides, YO TE AMO!

2 comentarios:

  1. Para reflexionar! Gracias por compartirlo.

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  2. Toda la ternura de Dios que nos ama, todo el amor de un Dios hombre que sabe amar hasta el extremo. todo en todo, todo desde siempre y para siempre!

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