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martes, 10 de diciembre de 2013

AMAR CONCRETAMENTE

"Queridos míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, pues Dios es amor" (1Jn. 4, 7-8)

Lindo todo lo que la Biblia nos dice, preciosas las invitaciones al amor y las veces que se repiten. Lo dijo Jesús, lo dicen sus apóstoles, lo dicen los santos... Pero la Palabra hay que hacerla realidad. Y tan real como el mismo Dios lo hizo.

Juan nos dice que Dios es amor y que tanto amó al mundo que envió a su Hijo para salvarlo. Concretamente, el Amor se hizo carne y habitó entre nosotros.

Nos bastaría con mirar al actuar de Jesús en cada circunstancia para saber de qué se trata el amor y como manifestarlo, y no solo eso, deberíamos también tomar cada una de sus enseñanzas y aplicarlas a los hechos concretos de nuestro día a día. entonces ¿Qué es lo que se nos hace tan difícil de entender? ¿Por qué el amor no se comprende?
Es que el amor no se razona, el amor se vive, el amor se es, se apropia y se entrega.

Para ejemplificar hay infinidades de situaciones, cada momento de nuestra vida es una sumatoria de oportunidades para amar, todo el tiempo tenemos sucesos que requieren de nuestro amor, amor traducido en paciencia, perdón, escuchar, corregir, esperar, sonreír, y así, etc, etc.  Es que la vida misma es un hecho concreto de amor, vivimos porque Dios nos ama y fuimos hechos para el amor. La distorsión que nuestra vida experimenta hacia el desamor es fruto del pecado y del corazón herido por ese pecado, pero la vivencia del amor vence al egoísmo, vence al desamor, vence a todo lo que se opone al ejercicio del amor, así como Jesucristo venció al pecado, al mundo y a la muerte en la cruz y la cruz es la mayor muestra de amor. Ya lo dice la misma Palabra: "No hay amor más grande que dar la vida" (Jn.15, 13)

Y acá es como que se nos complica más aún, es que nos preguntamos ¿Tengo que morir por los demás? ¿Me tienen que crucificar? ¡NO! y ¡SI! No porque el Sacrificio de Cristo no tiene igual, nadie puede ofrecerse a su medida ni tampoco es necesario en el sentido que Cristo ya lo hizo de una vez y para siempre y por todos y cada uno. Su amor se derramó en la cruz para la salvación de todos nosotros y esa fue la mayor muestra de amor, la muestra de lo que Dios es capaz de hacer por sus amados.
Y si, en el sentido de que amar supone renuncias, supone morir al egoísmo, olvidarse del ego y dejar espacio a los demás, el amor supone que nos achiquemos un poco para que los demás puedan crecer, supone salir de uno mismo para que los demás puedan recibir. Quien ama  vive muriendo a sus pasiones, a sus opiniones, a sus decisiones, a su sabiduría, porque sabe darle el espacio a los demás y aportar hasta donde corresponde el amor, ni más ni menos. Si aporta más satura, si aporta menos le resta.

Amar es el equilibrio entre lo que yo quiero y lo que el otro necesita, es el equilibrio entre lo que yo necesito y el otro puede darme, es el centro de unión entre dos pareceres distintos que llegan a un consenso, renunciando de ambos lados para que nazca algo nuevo. amar es precioso, tiene un sin fin de aplicaciones y un sin fin de disfrute, amar es dar todo sin esperar nada a cambio y amar también es recibir todo sin despreciar nada.

Poco a poco vamos a ir aprendiendo a amar y se dará en la medida que el corazón se disponga, primero, a dejarse amar y llenar del amor de Dios, de ahí se desbordará el amor para todos y la vida será lo que Dios quiere para cada uno.

Primero decidámonos y luego aprenderemos! Si no hay decisión de estudiar a nadie se le ocurre pensar en una profesión, más cuando hay decisión se empieza y se concreta. Lo mismo sucede con el amor, no es cuestión de prácticas vacías, es cuestión de ponerle ganas a lo que ya estamos haciendo y esas ganas es ¡AMOR!

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