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domingo, 16 de marzo de 2014

DEJARLO TODO POR LA VOLUNTAD DE DIOS

"En aquellos días, el Señor dijo a Abrahán: —Sal de tu tierra y de la casa de tu padre hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo. Abrahán marchó, como le había dicho el Señor" (Génesis 12, 1-4a)

También en aquellos y en estos días, el Señor nos dice: Sal de tu tierra... Y muchos todavía no se han animado a dar ese paso en Fe de salir y aventurarse hacia la tierra que Dios les ha prometido. Salir de la tierra no necesariamente se refiere a salir de tu país, de tu pueblo, de tu lugar de origen; más bien se refiere y con seguridad, a la decisión de dejarlo todo por seguir el camino trazado por el Señor. A dejar nuestras comodidades, nuestras costumbres, nuestras opiniones, nuestros sueños para soñar con Dios y para Dios, para que se realice el plan de amor y felicidad que tiene para cada uno. Es dejar los "apapachos" de los conocidos para animarnos a que el mundo entero, que los hermanos, para que el prójimo, también tenga oportunidad de "apapacharnos" en el Nombre de Jesús a quien seguimos y servimos. Es animarnos a dejar las seguridades, seguridades de todo tipo, para que solo tengamos una sola seguridad: EL SEÑOR. El Señor que todo lo suple y el Señor que todo lo cumple.
Dejar lo que somos para que comience a verse lo que Dios quiere que seamos, dejar de ser mundanos para que el mundo comience a ver a Dios.

Por eso, la invitación de Dios no es solo, bueno, deja tu casa y tu padre y comienza una marcha hacia la tierra prometida; la invitación de Dios es un dejar la inmadurez espiritual para empezar a ver las promesas cumplidas en nuestra vida en favor nuestro y de toda la Iglesia y de todo el mundo.

Porque detrás de la invitación surge la promesa de Dios, y su promesa no es simple, no es pequeña, su promesa ni siquiera es para uno en particular, sino que con la respuesta que cada uno demos a esa invitación de "dejar" serán bendecidas todas las naciones de la tierra. Nuestra respuesta jugada por el Señor será fuente, será canal, será cielos abiertos para todas las naciones de la tierra.

Muchas veces solo nos detenemos a vivir una vida de Fe mediocre, que creemos cuando tenemos y nos caemos cuando no vemos, que pensamos que Dios todo lo puede cuando nos va bien y que Dios se olvidó de nosotros cuando sufrimos alguna clase de padecimiento. Muchas veces no tenemos la constante en la Fe y eso frena la bendición a todas las naciones. No debemos tener una Fe solo para nosotros, esta invitación de Dios nos deja bien claro que nuestra Fe constante y firme, segura y valiente, no es bendición particular, sino que es bendición para todos y cada uno. Cuando entendamos esto nos pondremos en movimiento y nos dará gozo sentirnos canales de bendición, solo cuando lo entendamos.

El egoísmo, hasta para pensar en las bendiciones, nos detiene en ese caminar que tal vez elegimos, pero que nos falta el convencimiento de que no lo hacemos solo por nosotros mismos, sino que lo hacemos por todos. Por algo el Señor sigue invitando ¿Será que pocos se animan a dejarlo todo para ser bendición para otros? Puede ser, o puede ser que bendiciones multiplicadas con abundancias de respuestas podríamos vivir el cielo en la tierra ¿Qué es lo que falla? ¿La promesa de Dios? ¿La respuesta del hombre?

Hay que animarse, hay que seguir el plan de Dios, donde sea, como sea, porque Dios sabe lo que hace. Y en este momento recuerdo una canción que dice: "Dios no nos trajo hasta aquí para volver atrás, nos trajo aquí a poseer la tierra que nos dió"  Ojalá nuestra Fe se mantenga tan firme como para gozar del cumplimiento de las promesas y la bendición desparramada por el corazón del mundo entero. Amén



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