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jueves, 14 de agosto de 2014

LA CORRECCIÓN FRATERNA (Primera parte)

Respecto a este precioso y quisquilloso tema que es la Corrección Fraterna, quiero compartir la cita bíblica del Antiguo Testamento, un oráculo del Señor al profeta Ezequiel, donde le dice lo que debe hacer por su hermano y el compromiso que esto conlleva.
Si el justo deja de hacer el bien y comete la injusticia, pondré una piedra delante de él para que se caiga y morirá. Si tú no se lo has advertido, morirá a causa de su pecado, se olvidarán de las buenas acciones que haya hecho, pero a ti te pediré cuenta de su sangre. Pero, si tu adviertes al justo para que no peque y siga sin pecar, vivirá gracias a tu advertencia, y tú habrás salvado tu vida” (Ez.3, 20-21)

Como podemos observar, la Corrección Fraterna, es en primer lugar la misión del profeta. Una misión es un encargo de parte de Dios que hay que cumplir, que debe cumplirse porque Dios así lo quiere y es algo que le dará gloria, pero no solo le dará gloria sino que beneficiará tanto al profeta como a todos los demás.

No podemos andar por el mundo diciendo que somos profetas si no nos hacemos “Cargo” del hermano. 

En su Palabra, el Señor considera al hermano como una persona “justa”, una persona que pretende vivir bien, que conoce los caminos de Dios, pero también nos hace entender que esa persona justa y con buenos propósitos puede caer, puede cometer errores, puede pecar y ofender a Dios. No por ser justa está libre de pecado, más bien, por ser justa está rodeada de situaciones pecaminosas que a veces no puede superar, o no tiene la fuerza necesaria para superar, o no tiene un “profeta” que le hable de parte de Dios y le haga ver las cosas como debe hacer o decidir para la gloria de Dios.

Dios es muy claro en la misión encomendada al profeta: “Si no le adviertes te pediré cuentas” en cambio “si le adviertes, gracias a tu advertencia habrás salvado tu vida”.

La advertencia al justo es precisamente la Corrección, es decirle al hermano, de parte de Dios, que se aleje del pecado, es hacerle ver el error que está cometiendo, es señalarle el camino correcto hacia Dios y en su santa voluntad.

Somos profetas, tenemos como misión fundamental la corrección del pueblo de Dios, pero como hermanos tenemos la misión más preciosa y especifica que es la corrección animada por la fraternidad. La persona a quien nos toca corregir no es un simple justo, no es un fulano, es un “HERMANO”. A eso se le llama fraternidad. Por lo tanto, es mayor el compromiso, porque en vez de corrección podríamos decir que ejercitamos el “cuidado fraterno” y más, podemos agregarle un plus, es el cuidado fraterno del alma de mi hermano.


Cuando tomemos conciencia de que a eso se refiere la corrección ya no tendremos escusas ni para callar ni para herir, sino que buscaremos siempre el bien como madre solícita que cuida de sus hijos, en nuestro caso, hermanos amantes que cuidan almas para Dios.

¿Que es corregir?
Según el diccionario tenemos varias definiciones: Señalar, enmendar, llamar la atención, moderar, advertir, y otras, pero la más bonita es esta palabra “templar”.

Y templar significa: Quitar el frío de una cosa calentándola ligeramente ¡Qué maravilla! Si pudiéramos reconocer que en cada corrección que hacemos estamos sacando el frío y poniendo el calor del amor, el calor del Espíritu, el calor de Dios en el alma de un hermano. Cada vez que corregimos estamos alentando a dejar la frialdad del pecado para vivir en el calor de la vida de Gracia. Es inestimable el valor de una corrección en el alma ya que la estamos conduciendo hacia Dios, y lo más inestimable es que Dios confíe en alguien que también se equivoca y que también necesita ser templado para hacerlo.

Otra definición de templar es poner un instrumento musical en el tono adecuado, especialmente el propio instrumentista en el momento previo a comenzar a tocar ¡Cómo no alabar a Dios! Es tremendo el encargo que nos hace, es ayudar al hermano a que su alma tenga la melodía de Dios, y la melodía de Dios suena en la Gracia. Es decir, ayudar al hermano a interpretar la música de la vida en Dios. Y más aún, no como simples templadores, por llamarlo así, sino más bien como “propio instrumentista”. Es decir, considerando al hermano como mío. Mi hermano, mi alma, mi regalo de Dios.

¿Quién se anima a decir que la corrección es algo duro o feo? ¿Quién se atreve a decir que la corrección solo hiere o hace daño? ¡NO! La corrección es lo mejor que nos puede pasar y lo mejor que podemos hacer, es cumplir con la misión de profetas.

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