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sábado, 9 de agosto de 2014

DESENMASCARANDO AL DEMONIO (Parte 2)

La acechanza del enemigo es muy fuerte en estos tiempos, estamos ensimismados y metidos en una sociedad consumista, egocéntrica, donde todo vale menos la vida que es el gran regalo de Dios. Y los cristianos no estamos exentos de caer en sus trampas, que muchas veces están disfrazadas de sutileza cristiana, de alta superación, de profunda oración, pero que en realidad no es obra de Dios sino que son armadas por el enemigo de nuestra alma.
 Otras máscaras, no menos nocivas, son las siguientes.

Fortaleza de Ocultismo: Es el gravísimo error en el que se puede caer pensando en que son cosas buenas o que se pueden hacer cosas buenas, y una vez que se entra en este campo es difícil salir. Son una abierta aplicación maléfica de muchas fortalezas ideológicas.  Las fortalezas del ocultismo, son fortalezas de brujería, satanismo y religiones de la nueva era, las cuales invitan a los espíritus guías a operar.  Es la búsqueda de saber más de lo que necesitamos saber, usar medios que no nos ayudan y que nos infectan el espíritu con la presencia demoníaca. El demonio agudiza la curiosidad para que caigamos en sus trampas, el querer saber o el demostrar poder de saber es lo que el demonio usa para hacernos caer. El sobresalir en esta ciencia, el querer demostrar que la iluminación viene del más allá, nos quita la objetividad de la revelación de Dios. Lo que Dios revela es siempre santo y verdaderamente sabio, lo que el diablo revela son suposiciones, son irrealidades, son proyectos que salen de su mente maligna que pueden o no suceder de acuerdo al lugar que se le dé. 
El demonio revela mentiras porque es mentiroso por esencia, y nos aleja totalmente de la verdad. 

Fortalezas sociales: Es la sicosis que se arma en una sociedad por la opresión, por la mala gestión política, por la falta de recursos, por la inseguridad que se vive. Es lo que hace que las personas no puedan vivir en la paz de Dios en medio de las dificultades. Es la opresión sobre una ciudad, en la cual la injusticia social el racismo y la pobreza, con todos sus problemas relacionados.  Hace que la gente crea que Dios no se preocupa por sus necesidades. Este pensamiento es predominante, se escucha por todas partes decir: “Si Dios existiera esto no sucedería”… se lo culpa a Dios de la muerte de inocentes, mientras tanto el mismo ser humano se hace daño. La sociedad embiste de tal forma el sentimiento cristiano que los creyentes ni siquiera se animan a hablar de Dios porque son marginados, maltratados. El demonio va ganando terreno porque los cristianos se llenan de miedo, se dejan ganar por la desesperanza, se dejan llevar por lo que sucede a su alrededor y no logran ver con claridad el actuar de Dios. Los creyentes asumen posturas de víctimas y no salen a evangelizar, no hablan de Dios, solo se limitan al cumplimiento de los deberes mínimos como seguidores de Cristo.

Fortalezas sectarias: causan divisiones, es lo más doloroso en la vida del cristiano, le produce mucho sufrimiento y a la vez lo estimula a buscar quien lo contenga, quien le demuestre cariño. Esta fortaleza se va creando cuando el enemigo puede ver nuestra debilidad en la búsqueda de afectos, de vanagloria, de aplausos. Es ahí donde se mete poniendo su aguijón. Lo hace acercándonos personas que tienen el mismo problema. Cuando no somos capaces de aceptarnos tal cual somos y necesitamos de los demás para valorarnos el demonio, que no tiene escrúpulos, utiliza esa falta de estima propia para acrecentar la división y crear sectas. Sectas no es solamente las religiosas, sectas son los grupos de personas que se reúnen o se juntan, en el sentido de armar camarilla, no para glorificar a Dios sino para glorificarse a ellos mismos. Es un lugar donde reina el orgullo y la soberbia que se desprenden de las faltas de amor y heridas espirituales. La búsqueda de contentos humanos hace que se formen esos grupos que dañan el alma, no porque esté mal agruparse, sino porque lo que está mal es para qué se agrupan. Donde falte Dios siempre habrá lugar para el demonio. Y el demonio sabe usar muy bien los espacios, por pequeños que sean, para usar sus armas en nuestra contra.
Estas reuniones, que no siempre son físicas, producen alejamiento tanto de las personas como de los ideales cristianos. Crean idolatrías y creencias ficticias en las mismas personas, que en su momento fallan y se produce un verdadero quiebre de identidad fatal para el alma y el crecimiento espiritual. Muchas veces esta artimaña consigue enfermedades sicológicas o psiquiátricas de gran rango hasta anular a las personas, es peligroso.

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