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viernes, 8 de agosto de 2014

DESENMASCARANDO AL DEMONIO (Primera parte)

El demonio usa máscaras, y nosotros debemos estar atentos a no dejarnos engañar para no caer en sus redes y hacernos daño y dañar a los demás.
Sobre todo, en la vida familiar, en la vida comunitaria, en la vida de Iglesia, que son los pilares de la sociedad, busca constantemente meterse de una u otra forma para romper, para desarmar la comunión.
El demonio sabe que Dios es poderoso y sabe que los que siguen a Dios con corazón sincero tienen el poder de la gloria de Dios, sabe que si se vive una vida comunitaria como debe ser la gloria de Dios se expande y eso es lo que el quiere evitar.
Estemos atentos para no darle cabida y para que podamos ser destellos de la gloria de Dios, donde estemos, con nuestra vida y con la vida fraterna.

El demonio levanta fortalezas que hay que derribar, son fortalezas que amurallan a las personas, amurallan nuestra mente, amurallan las relaciones y eso es lo que tenemos que combatir. Dios puede hacerlo y nosotros podemos hacerlo en Dios, por lo que debemos tener claridad al respecto.


Fortalezas Personales: artimañas que Satanás construye para influir la vida personal de uno; sin darnos cuenta le damos el total permiso para que entre en nuestra vida y domine nuestra vida ¿Tanto? ¡Si! Su dominio corresponde a ir haciendo cada vez más pronunciado la tendencia al mal, al pecado. Insinúa y propone los vicios como algo normal, como parte de nosotros, como algo que no nos hará daño y que ni siquiera puede ser nocivo para nuestra alma. Nos propone a través de innumerables formas todo lo contrario al plan de Dios haciéndonos pensar que nada de eso es malo, encontrándole excusas a todo y justificación. Llega a tal punto de dominar el pecado personal, los pensamientos, los sentimientos, las actitudes y modelos de conducta personal. No porque pueda meterse en nuestra forma de pensar sino porque nos ha convencido de que todo está bien, que todo sirve para ser feliz, que lo que pide Dios es imposible de cumplir, que después de todo no es tan malo pecar en tal o cual cosa… nos lleva a disentir con las enseñanzas de Cristo o mejor dicho, nos contrapone a las enseñanzas de Cristo justificando el pecado con la frasecita: “Y bue… somos humanos” y el conformismo de esa frase es totalmente diabólica.

2) Fortalezas de la mente: Es la mente embotada con pensamientos negativos, llena de desesperanza y desaliento, es la mentalidad de derrota, de que nada vale la pena, de que todo está mal,, de que ya no se puede hacer anda. Pensamientos negativos que deprimen, que sacan de enfoque, que desestabilizan hasta el punto de creer que Dios no existe. Con esta forma de pensar nos lleva al caos total en la fe. El demonio no entra en nuestra mente como pancho por su casa por sí mismo, sino con nuestro propio permiso ¿Cómo lo hace? Lo hace generando situaciones que nos molestan, que nos cansan, que nos abruman y que generan una forma de pensar distinta a la que Dios nos ha compartido. Cuando vemos cosas que no nos gustan y no las cambiamos o no ayudamos a cambiarlas, ahí comienza el actuar del demonio para que nuestra cabeza se llene de pensamientos subjetivos, muchas veces irreales, pero que dañan muchísimo a nuestra alma y nos alejan de Dios. Nos alejan de Dios hasta el punto de reclamarle al Señor todo lo que nos sucede, Dios es el gran culpable.

Fortalezas ideológicas: son fortalezas de opiniones enraizadas, esas opiniones que nadie puede hacernos cambiar porque estamos convencidos de que es así. Esas formas de pensar y actuar que son muy propias y que no estamos decididos a cambiar y que no solo eso, sino que queremos imponer a toda costa. Son las fortalezas del orgullo, la soberbia, el egocentrismo, el pensar que somos los iluminados y que nadie más que nosotros tenemos razón. Nos cerramos de tal manera a lo que nosotros creemos que no damos espacio a que los demás pueda tener una forma distinta de pensar o de hacer las cosas. Nos imponemos de forma déspota, somos autoritarios, todo debe ser y hacerse a nuestra manera sino no sirve. Esta fortaleza crea división, broncas, malestares, produce sentimiento de huida. Pero también produce seguimientos y fortalezas de grupos, grupos ideológicos que se sienten maravillados por las teorías y dejan de seguir a Cristo para seguir a una persona y se cae fácilmente en la idolatría. Dios ya es secundario. El demonio se disfraza de ángel de luz para dar sus mensajes, usa a Dios y su santo Nombre para darnos a creer lo que quiere, y nos termina convenciendo de tal forma que se pierde el discernimiento.

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