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jueves, 10 de octubre de 2013

DIOS HACE FECUNDO EL DOLOR

"Hijo mío, cuando estés enfermo no te deprimas: ruégale al Señor para que te cure. Renuncia a tus malas acciones, guarda las manos limpias y purifica tu corazón de cualquier pecado. Ofrécele a Dios el incienso y la harina flor para que te tenga en su memoria, preséntale una ofrenda escogida entre tus bienes. Luego, haz que venga el médico, ya que el Señor lo creó; no lo desprecies porque lo necesitas. En algunos casos el restablecimiento pasa por las manos de ellos; 14 rogarán al Señor para que les ayude a encontrar los medios para aliviarte y salvarte la vida" (Ecleo.38, 9-13)

Es bastante difícil comprender y tratar de explicar el motivo de la enfermedad en nosotros, los seres humanos. Todos deseamos y nos gustaría no sufrir, estar totalmente sanos, no enfermarnos nunca, vivir para siempre. De hecho, y muchas veces en la vida, este deseo se agudiza al experimentar la enfermedad y nos preocupamos, ocupamos, por todos los medios posibles para sanarnos, para erradicar la enfermedad de nuestra vida.
Es normal, el ser humano fue creado para la eternidad, el ser humano fue creado para la vida, lamentablemente quedamos todos heridos por la desobediencia de nuestros padres y, aunque el Santo Bautismo no limpia del pecado original, nos quedan las secuelas propias de esa desobediencia: la tendencia al mal, el dolor y la muerte.

Pero contamos con la gracia de Dios, contamos con el poder de su amor, contamos con su amorosa providencia que nos asiste en todo sentido. Contamos con la fortaleza y la perseverancia que nos concede en el momento del dolor. También contamos con sus milagros, que si es su santa voluntad obra en nuestro favor.
Dios tiene poder para sanar, para hacerlo todo nuevo. dios lo que quiere lo hace, y lo que quiere lo puede hacer, para Dios nada es imposible porque EL es el TODOPODEROSO. De eso no debemos tener dudas, nuestra confianza debe estar puesta y orientada al Señor, siempre y totalmente. No solo en el día de la angustia, no solo en el momento de dolor, sino todos los días de nuestra vida y mucho más cuando estamos pasando momentos difíciles. 

El poder de Dios se manifiesta de infinitas formas, no siempre sana milagrosamente, pero lo que siempre hace el Señor es estar a nuestro favor, darle valor al sufrimiento, usar nuestro dolor para provecho de todos. Dios le da sentido a la enfermedad, Dios nos enseña a través de los sufrimientos, Dios nos hace crecer en las pruebas, no porque sea un Padre que se goza en el sufrimiento de sus hijos, sino porque es un Padre amoroso que tiene una mirada amplia y sabe sacar cosas buenas de lo que es terriblemente malo para nosotros, y según su amplitud sabe dar a cada uno según lo necesite. No es que Dios no responda a nuestros pedidos cuando no sanamos, sino que Dios responde de una manera sabia, de una manera amplia, de una manera a su medida. Si miramos a nuestro alrededor y no hemos conseguido el milagro de la sanación deberíamos empezar a ver la multitud de milagros interiores que hemos recibido y la multitud de milagros que empezaron a suceder a nuestro alrededor.

Nosotros debemos pedir, clamar, reclamarle al Señor, así como lo dice su Palabra, pero quedarnos en paz de que Dios hará lo que mejor es para nosotros. En su sabiduría infinita nunca se equivocará y el beneficio será para nosotros y para los demás. Por eso, cuando estamos enfermos o estamos en momentos de prueba, si no pasa milagrosamente, si no se termina rápido, debemos empezar a disfrutar la elección privilegiada de Dios para ser bendición para los demás.

Aunque cueste verlo así todo es milagro de Dios. Y Dios es un Dios de GRANDES MILAGROS. Vos y yo somos un milagro de Dios. 
Por lo tanto, unámonos al Señor en el momento de dolor para que, en el momento de felicidad, sea Cristo quien alegre nuestro corazón. Amén

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